Nada

La gente habla de propósitos para el año que ha empezado, cosa que yo creía superada.... La gente habla de kilos de más, cosa que yo creía que todo el mundo tenía asumido después de tanto banquete... Leo las perspectivas de la economía del mundo-mundial, cosa que yo tengo como dadas por los mandamases... Escucho previsiones para el precio de la vivienda, cosa que sé que no bajará... Todo me parece una repetición de la jugada. Todo me parece una pérdida de tiempo: si quisiéramos de verdad de la buena, nada de lo que nos ocurre nos pasaría. Pero no llegamos, nos quedamos en la parte fácil, en el camino marcado con adhesivos fosforitos.

Así que no voy a seguir por ahí. No... Subiendo a mano derecha me encuentro con un bufón de la corte del rey Arturo que con su cascabel inicia unas notas de una marcha. Le siguen las ratas del castillo que con un aire limpio y elegante bailan a su son. Al paso del séquito -que parece el del sastrecillo valiente, sin serlo- todos los caballos levantan las orejas, buscan con la mirada y dándose una palmadita de ánimo van en busca del túnel del tiempo. Como hipnotizados, con su pezuña dan al boton y entran en un bosque lleno sequoias. Estan en California, ambiente húmedo y manos en los bolsillos. De los cascos emerge un ritmo que desfila por los aires hasta entrer en un campanario de una ciudad vecina. El seminarista, contento, salta de tres en tres los escalones de la torre en busca de las torreznas que les acaban de traer, directas del convento de Santa Úrsula. Esta es la contraseña que usan las novicias para que les traigan ganchitos auténticos, su perdición.

Para perdición, la de Husmarate. Aquel pobre infeliz que fué acusado de alimentar un cerdito para venderlo a piezas. Con lo contento que estaba el menor de los tres cerditos, que por fin tenía qué comer sin esfuerzo alguno. Desde que los dálmatas fueron encerrados, su vida era muy monótona y no podía ir al cine. El "linternas" no le dejaba pasar por su mal olor... cuántas manias que tiene el personal! Y es que con el cine lleno de pelotas y tirachinas, no se podía jugar. Eran los que más propinas dejaban y encima no ensuciaban. La gallina del bar estaba encantada, las existencias desaparecían previo riguroso pago y en un plis-plas. Rayo McQueen, Sally, Doc i Luigi se quedaban siempre para las varietés, lo que daba un poco de color a una platea llena de bisontes y llamas.

Llamando al portero automático -sin imagen, de los antiguos-, la puerta se abría y entrabas en el casino. Las tragaperras, la ruleta, las apuestas y el black jack eran los protagonistas. Hasta que apareció Enric Masip, que con su porte hizo descuaringar a más de una. Aquella mirada, una risa por un chiste, y una tos apaciguada por sus grandes manos a tiempo, hizo sonrojar a más de una. Un libro negro brillante se posó en la mesa central, se abrió y salieron ideas. Montones de buenas y flipantes ideas desperdigadas que buscaban dueño. Y yo estaba allí.

Y sí, fué allí donde lo conseguí. Una de las ideas, no Enric Masip -él se lo pierde-, iba dirigida a mi. Se instaló, previa ejecución de programa, y me sorbio el seso.

Y entonces fué cuando decidí ponerme a escribir este post. Porque en verdad os digo, que hoy he navegado por muchos blogs y todos me parecen muy trascendentes. Y yo... aghhh... no tengo ese nivel. Mi intectualidad no me deja muy bien parada, y... yo con estos pelos!!!. No le puedo hacer nada, sólo un poco de imaginación y sentido común. Pero de esto último, se tiene que usar en contadas ocasiones, que se gasta y cuándo lo necesitas te quedas corto.

Necesito, he de parar. Lo digo por los pocos que leen este blog. Para que no les entre pánico, terror, pavor de estar en este momento aquí leyendo y no comprando, haciendo la comida, lavándose el pelo o trabajando, que es lo que en realidad, deberían de estar haciendo. ¡Para que no se sientan infrautilizados!.

Si hoy llueven razones, son las mías que se me han escapado. Y no se asusten, que aún habrá más.... ( lluvias y animaladas ), lo pronostico. A más ver....