lunes, julio 07, 2008

La isla deseada

No sé dónde está ubicada mi Oficina de Pequeños Malos Momentos. Cerca está la calle Desesperación, como ya dije una vez, pero en el triángulo de calles que se forma delante de la Oficina, aparecen las placas deslucidas de las calles que allí desembocan: Inspiración, Suspiro y Laguna. Ninguna de las tres calles son la alegria de la huerta, pero para eso está la linda Oficina. Los Pequeños Malos Momentos siempre se quedan en el vestíbulo de la entrada, y suelen escapar, por impacientes, por la puerta del gato (y eso sin tener gato alguno).

Así son las cosas. Nunca los Malos Momentos tiene paciencia, atacan cruelmente y sin mirar a quien acechan, derrumban y aniquilan. Pero si tienes las armas necesarias para evitar Malos Tragos, seguro que derrotas, por desesperados, a los HdP Malos Momentos. La prevención es la mejor arma, pero si te falla, solo tienes que actuar tipo serpiente, curvar a lado y lado, y sin prisa pero sin pausa seguir adelante, ir cambiando piel y no mirar atrás. Nadie moverá un ápice por ti, y nadie te agradecerá nada. Que lo sepas.

Y mientras los Malos Momentos se rearman, podemos enviarte a ese lugar que te rearmará también a ti. Las pilas serán puestas en su lugar y la fuerza volverá a acompañarte. Tenlo por seguro. Pero siempre mirar adelante y con la cara bien alta, porque nada 8repito, nada) es lo suficientemente importante como para tener que bajar la mirada. Como dijo aquél, quien este libre de culpa que levante la mano...

La Oficina de Pequeños Malos Momentos es un oasis en un tarde de verano calurosa, pegajosa y bochornosa, es un brasero en una helada mañana de invierno, es un buen escondite cuando estás en pleno juegos de polis y ladras... es el paraiso, la isla deseada. Qué como es la isla deseada? pues no lo sé decir a ciencia cierta, hay quien necesita una radio, hay quien no puede pasar sin un libro, hay quien quiere estar con alguien, hay quien prefiere montaña, o mar o desierto.... la decisión es variopinta, como personal sobre la faz de la tierra. Pero la encantadora Oficina es variante según quien la necesite, cambía, varía, se transforma y no pierde personalidad.

Se puede llegar a ella desesperado, pero nunca se va uno sin una sonrisa de tranquilidad, sin la sensación ( y la realidad ) de haber hecho todo lo humanamente posible para superar la dificultad. En la Oficina, se hace todo lo posible para recuperar o aumentar la tranquilidad en la rutina, que se había perdido. Los que la atienden tienen aprendida la lección y tienen palabras, explicaciones y sugerencias para todo, así que no dudes en abrir la puerta de entrada... Te estamos esperando! Cualquier asunto, ded cualquier índole puede ser tratado, y lo mejor, decimos las cosas por su nombre, sin tapujos, ni tabues, ni verguenzas, porque admitir es un pas adelante en toda la recuperación de moral. Los Pequeños Malos Momentos deben de desaparecer al ser vencidos, no por olvido ni por descuido. Han de ser doblegados sin piedad, por desalmados y miserables.

Quizás de vez en cuando sufrir es necesario, para reconocer que somos humanos, pero perder la salud por un imposible, es de cabezashuecas así que ante todo, decisión! Y no imaginemos mundos de Yupi donde no los hay... es pérdida de tiempo. La Oficina no tiene horario, pero cierra por desembarco de residuos cíclicamente. No pueden quedarse los malos Momentos allí escondidos, porque quizás pudieran atacar como los virus, de sorpresa, mutando e indiscriminadamente, sobretodo en personas más débiles... como las que necesitan nuestra ligera ayuda.

Mi imaginación vuela, pero es que diseña lo que quisiera, a veces, encontrar... ojalá!