miércoles, marzo 12, 2008

Trampolines

Hay muchos tipos de trampolines, existe una amplia tipología de formas, así como de materiales. Hay trampolines deseados y trampolines obligados. Entre estos aparecen los involuntarios y los a destiempo. El caso es que "por narices" debemos de pasar por ellos si queremos seguir por nuestro camino. No existe la posibilidad de sortear el camino o evitarlo, podríamos dar un gran rodeo pero tarde o temprano deberíamos pasar por allí. Así que más vale ser fuertes y valientes, y lanzarnos con nuestra máxima sabiduría y perícia.

Ahora mismo tengo ante mi un trampolín. Una bajada empinada, con curvas cerradas, baches imprevistos y animales que cruzan el camino, rápida y/o lentamente. En su momento creí que éste era el mejor camino y tras subir las inevitables escaleras, alcancé la altura idónea. No fué fácil; como siempre, salen situaciones no esperadas que retrasan, cambían, y en general sin excepción, adulteran las coordenadas establecidas. Pero aquí estoy. Ante mi se asoma el tramo final para la bajada, y me confieso aturdida. Me llevo las manos a la cabeza, cojo aire, cierro los ojos y me pregunto cómo es posible que esté aquí...

Pero mi estómago es fuerte. Puedo tomarme cuatro antiinflamatorios al día sin que se inmute. Así que lo podré hacer. Lo que pasa es que como al paracaidista antes de tirarse al vacío a 12.000 pies, necesito un empujoncito. Quiero empezar pero, me falta ímpetu.

Me autoengaño. No necesito nada, hay fechas límite. Las cartas están echadas. El trampolin no se mueve de sitio, no desaparece, no se transforma en un comodo ascensor, nadie me bajará. Y el caso es que quiero hacerlo, pero aparece en escena el "congoje". Mi trampolin está en otro país, pero el último tramo, el destino final y definitivo, es Barcelona. Por el camino me encontraré un acompañante chiquitín, que seguro se pondrá a llorar en cuanto me vea, pues la aceleración del trampolin le asustará. Lo cogeré y protegeré fuerte, pero no sé como responderá. Como ya he dicho todo son imprevistos cuando bajas un trampolin.

Todos hemos tenido, tenemos y tendremos trampolines que bajar. Son las pequeñas pruebas o aventuras que la vida nos depara y que elegimos o dejamos, que las tomamos o las abandonamos. No nos hacen los mejores, no nos hacen más respetables; sólo nos llenan de satisfacción, nos llenan de orgullo una vez las vamos superando y nos vamos olvidando que un día fueron trampolinotes monstruosos que nos dieron tanto miedo, que hasta se nos cruzó una idea absurda, ridícula, intolerable como es tirar la toalla.

Nunca el momento es ideal, ni las circunstancias son las mejores, pero el oficio de humano es la adaptación al medio, mediante el razonamiento (o la ignorancia... no estoy segura de ello). Mi trampolin empieza realmente el dia 31 de marzo, y aún no tiene fecha de fin de "fiesta". Sé que lo llevaré bien, y que me costará, pero no podré decir que no pongo todo mi empeño y corazón para conseguirlo. En realidad tengo tantas ganas, como "cagarrinas".

Que todos tengamos un trampolín en nuestras vidas quiere decir que estamos vivos, que podemos decidir y que por tanto somo libres. Que todos pongamos un trampolín es garantía de energía, de superación y de ganas de lucha. Que no nos falte, que esta vida que como por arte de magia un dia nos fué concedida, es muy efímera y no sabe perder, siempre nos gana la partida, antes o después.

El trampolin de G. también tiene un recorrido y un destino. En estos momentos el tramo está siendo duro y enojoso, pero le está sirviendo saber que tiene a su alrededor unos amigos que valen su peso en oro. Las sensaciones inexplicables y únicas que se estan dando mútua y recíprocamente les estan madurando y haciéndolos poseedores de una fuerza, casi sobrenatural. Sobretodo G., que seguramente se alimenta de los suyos para seguir en este trazado incierto, que le está tocando vivir. Si alrededor no tienes buenas y francas vibraciones, el trampolin puede caer al espacio vacio. Ánimos y fuerza a todos los saltadores y en particular a tí, G. en tu camino. Te lo mereces.

Y si alguien duda, que elija por el camino más dificil, el retorcido, el espinoso, aunque esté repleto de trampolines; la opción fácil siempre estará abarrotada de chiquilicuatres y llevará, seguro, a la mediocridad, sin satisfacción personal.

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