miércoles, mayo 02, 2007

Luna. Mi luna.

Hoy he salido del cine con un documental y una película a mi espalda. Creo que hacía tiempo que no hacia una sesión doble tan impresionante: "LLach: La revolta permanent" y "La vida de los otros". Ha sido espectacular. Comentaré lo visto en el próximo post, Y la razón es que bajando en moto por la calle Castillejos de Bcn he quedado prendada, nuevamente, por uno de los dos fenómenos de la naturaleza que más me cautivan: La Luna.

En un cielo oscuro limpio está endemoniadamente preciosa, la luna. Absolutamente redonda, brillante, tranquila y expectante espera seductora a que alguna nube tenga el descaro de ponerse a sus pies. Cosquillas que haran sonreir más si cabe, al astro de la noche, que imperturbable completa su ciclo, como cada día. Las nubes alargadas, flonjas, suaves se deslizan sin lograr evitar el brillo que hoy gracias a una noche despejada, serena, refrescada por el viento, reina sobre la ciudad.

Desde la moto, he quedado hechizada por la luna, por su majestuosidad, por su significado. Los ojos se me han llenado de lágrimas y he tenido que detenerme unos momentos, para volver a la normalidad. La luna no sólo es una parte más de nuestro sistema solar. Es una compañera que desde hace muchos años me da su amistad, me comprende y me calma en los momentos de soledad y desesperación. Es mi transmisor a mundos que no alcanzo, y a vidas que no puedo acceder.

No sé cómo cada uno se calma, cómo se desprende de sus preocupaciones, cómo cada uno comparte alegrías que no pueden ser transformadas en palabras. Mi atalaya vital tiene en su horizonte siempre la luna, de la que necesito saber que está aquí, conmigo. Me da igual el tamaño, la forma o lo cubierta por nubes que esté. Está aquí, lo sé, y eso es lo que me da valor. Le hablo, con cariño o gritándole. Le explico, con frases o con pensamientos. Le enseño, con imaginación o con fotos. Le confieso, con palabras o con susurros. Le agradezco, con miradas o con música. Le escribo, en papel o telepáticamente.

Estoy agradecida de tener una confidente tan fiel, tan receptora y tan paciente. Porque a mi lo que me falla, en general, es la paciencia, la tranquilidad y ella me la da. ¿Cómo? No sé expresarlo. Es una paz interior que no soy capaz de compartir. Con nadie. Mentira. Hay una persona que, inconscientemente, está muy a menudo cerca de mi, cuando paso momentos con la luna. Pero ella no lo sabe. Y tiene su gracia.

Hoy se respira un aire lleno de vida. La serenidad, tras un rato de lágrimas, vuelve a mi como por arte de magia. Es ella que tiene poder. En su luz mantiene el orígen de mi energía, la razón por la cual daré lo mejor de mi misma, en cada momento, hasta el fin. Tras consultarla siento su media sonrisa, su calor, el apoyo de su mano en mi hombro, que me estremece y me provoca una profunda respiración. Cierro los ojos y creo entender la vida,... mi mundo.

Cuando la contemplo, le veo y sé que nos miramos, que nos queremos, que nos necesitamos, como siempre. Y aunque parece extraño, me conforta, como he dicho antes, sé que siempre está allí. Es bueno saber dónde está lo que (a quien) necesitamos, desde las llaves a los amigos. Tenerlos localizados nos aporta una seguridad extraordinaria. Sabe dónde acudir es básico para andar con paso firme.

No se me va la bola. No hablo de alucinaciones. No he tomado hierbas ni he tragado bolitas de colores. Esto ha sido un confesionario, pero la preciosidad de luna que reina en el cielo de hoy, me ha provocado. La magnífica perla que brilla mirándome sin parpadear, ha hecho que escriba sobre ella, retándome como si de un acto de soberbia se tratara. La verdad es que no me ha costado. Hace tiempo que se lo debía, como agradecimiento. Han sido y serán, tantas horas de intimidades que tenía que hacerselo saber...

"Navegant mar enllà, ens trobarem !"












1 comentario:

Anónimo dijo...

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