viernes, mayo 25, 2007

Cajas que suben y bajan

Con los vecinos, los extremos se tocan. Es decir, con algunos se me traba la lengua cada vez que lo cojemos y con otros hablas cómodamente. De qué?, ... eso es otra historia. Pero con extraños, es distinto... te sientes incómodo, pero de otra forma... se pasa mejor....

Los ascensores son tan engorrosos cómo los pintan. Hacia días que no salía de mi rutina y me encontraba con gente diversa que te acompaña en tu escalada hasta la planta deseada. O se sale antes, o después de la cja transportadora vertical.

Cuando entras el saludo de rigor, y cuando sales, la despedida. Estoy tentada, en la despedida, a soltar el "Con Dios!" , pero en estos tiempos que corren tan difuminados, progres y encarcarados (de todo, un poco y mal), quizás me vean la media sonrisa y al personal no le acabe de sentar bien. Así, que lo dejo. Hay conversaciones comenzadas, juegos de miradas, y malestar en según qué casos... de todo un poco.

Ese minuto entre planta y planta se hace interminable, todos mirando las luces, la puerta, los carteles de avisos, el suelo, la esquina, el chicle enganchado... incluso a veces en el cambio de mirada del suelo a la luz del techo chocas (con la mirada) con el de la otra punta!. En ascensores alargados todos puestos como si hicierámos el pasillo al Campeón. En ascensores cuadrados, todos apelotonados sin orden ni concierto, evitando dar golpes con bolsas y mochilas.

Las señoras bajitas quedan encajonadas entre mochilas de gimnasio, los hombres de mantenimiento y señores de traje y corbata. Jejeje... no se ven! y siempre aparece aquélla típica que quiere salir, se ha despistado y avasalla a quien sea para salir y evitar hacer viajes turísticos por las plantas.

Si hay un niño, ya sabemos sobre quién van a recaer las miradas. Hay víctima!!! Y si hay un señor mayor con ganas de hablar, ya sabemos qué tiempo nos esperan las dos próximas semanas. Lo mismo que si se siente olor de comida... tenemos tema para comentar. Entre gestos para arreglar el pelo, entre buscar monedas para el café, entre suspiros tipo, uff qué cansado estoy! y miradas al reloj, pasan esos instantes que tanto nos agobian.

Desde hace días quiero preguntar un tema al vecino de arriba, y no hay forma de encontrarlo. Ayer lo encontré esperando el ascensor, pero como había público, no me atreví a preguntar. Por una vez que lo encuentro y el escenario y los comentarios de otros no me dejaron actuar... Tantas facilidades y a la hora de la verdad... no pude decir nada! El tema predominante eran los escupitajos de la pared, y claro! todos estábamos en el extremos contrario....

Los letreros en los ascensores y de los timbres de carga máxima, serán comentados en otra ocasión....

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