
A propósito de la respuesta aun comentario del anterior post , se me ha ocurrido un tema. Allá va... me lavo las manos antes de empezar.
Yo no sé los demás, pero yo tengo mis manias, mis preferencias, a la hora de quedar a comer o cenar con alguien, si es que de eso -ñamñamear-se trata. Por las buenas, yo no dedico mi tiempo, bien escaso, a todo el mundo... Alrededor de una mesa, se come disfrutando. Y hay quien no lo entiende, que queda a comer, cuando en realidad tendría que quedar para hablar. Porque, quien no se ha encontrado con un compañero-a de mesa que tarda dos horas en decidir el manjar? quien no se ha encontrado con que tú vas comiendo y comentando lo que comes, y el otro tiene el plato íntegro, sin tocar? y tú vas asintiendo con la cabeza, escuchando con más o menos atención... Y le dices -venga, que se te enfría la comida. Y entonces llega el camarero con el segundo y el de delante sigue parloteando... A mi me pone enferma. Eps! Se puede comer y hablar, cada cosa a su momento, sin abusar. Y dejando turnos para abrir boca, entre bocado y bocado.

Hay veces que no se debe quedar a comer, hay veces que se debería quedar com un psicólogo para que le escuchen atentamente y le den consejos o la razón, directamente. Porque hay quien practica demasiado a menudo, monólogos... (sin tener programas en la tele!) O ya haciendo una concesión, quedar como mucho a tomar algo, a cargo del que no calla, claro!.
No con todo el mundo se disfruta de una comida. A mi me gusta probar nuevos sitios y probar nuevas recetas, y no todo-as estan dispuestos a ello. Y probar nuevos vinos, y saber decidir el vino o cava adecuado, sin importar que sea un buen vino negro con una merluza a la vasca. No hay normas, hay gustos. Y para gustos, los colores.
Pero no puedo dejar de lado la conversación. Hay gente interesante con la que no puedes dejar pasar la oportunidad, de saber más de ella. Conocer más a alguien, es saber sus gustos culinarios y sus modos de comer en cada una de las circunsatancias. Pero tienes que pifiarla primero, para saber de qué pie cojea la compañía. Y no pensar que cambiará a la próxima. La primera opinión será la que cuenta. Los momentos improvisados dan muchas respuestas y pistas.

El "Club Sibaritas" -me acabo de inventar el nombre- es un gustazo, con el que espero recorrer muchos restaurantes. Se está como en casa, cálido, aunque el local sea una nevera y el servicio una púa.
No os ofendáis, si algun dia digo que no puedo quedar con alguien a comer o cenar o picotear... quizás ¡realmente no me vaya bien! Como siempre digo, el tiempo es el activo más valioso del que disponemos y el que menos organizamos y más derrochamos. A cada cual lo que le toca, o se merece. Sin más.
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