MARTES. La hostelería en miniserie

La persiana metálica se alza los martes con más ganas que los lunes, pero sin ánimos de "gran día". Siempre cabe la posibilidad de la sorpresa pero nunca puedes, ni debes, confiar en ella.

A primera hora de la tarde, va entrando gente joven que viene a charlar, hombres de negocios (en apariencia) que traen papeles, pórtatiles y móviles que no descansan tranquilos en la mesa. Llevan hambre, habrán comido mal, pues siempre piden patatas fritas con las que acompañar la cerveza o refresco. Gesticulan, hablan con convicción y nos distraen la mirada perdida que, a veces, nos delata el aburrimiento. Los de detrás de la barra, estamos esperando a los habituales, para, hoy sí, hacer una partida a la diana. Son un grupillo joven que bebe cervezas y temen que el techo de casa se les caiga encima. Por eso, quedan en el bar y se retan a partidas de dardos, para luego quedarse hasta medianoche, más que menos. Son los Jordi's.

También puede aparecer el amo de un bar que cierra los martes. Compartimos experiencias, y hablamos de los malos clientes, los que comportan follón y problemas. En realidad, éste es un bar de barrio y todo Dios, está clasificado. Pedimos monedas para cambio a la casa de las máquinas recreativas, pues del fin de semana te deja en las últimas. Se apunta otro de otro bar, que tiene hora de cena... la partida se hace interesante!

Alguna pareja recien constituida (del fin de semana pasado) se viene a explicar la vida, darse algun arrumaco y nada de alcohol. Son tiernos. Mientras, camino de la barra, llega el de la cerveza que ni saluda y el de la copa de cava que a mi, no me habla... nos debemos de caer mal. Corriendo servimos, ponemos o cambiamos la música y seguimos con nuestro juego. Llega la hora del preventista, el de la cerveza, la cocacola y la schweppes. Hacemos recuento y pedimos, no sin olvidar hacer el pedigüeño por si nos caen camisetas, copas, gorras, encendedores o bolis de publicidad de la marca para regalar a la clientela. Hay veces que aceptamos los objetos de propaganda, pero no sabemos que carajo hacer con ellos, no hemos visto cachibaches tan absurdos como los de publicidad... Qué le vamos a hacer!

Con la hora de la cena, la clientela se retira, se tranquiliza el ambiente y entran aquellos que no encuentran el restaurante dónde han quedado, preguntan y se largan. O los que piden el periódico, para saber a qué hora empieza la peli. No hay consumo, pero a veces es una forma de relacionar a la gente, hemos llegado a hacer fórum de restaurantes, a raiz de una absurda pregunta de localización...

Mientras nosotros nos turnamos para cenar, van apareciendo satélites con sed, con los que vas intercambiando alguna opinión de la actualidad. Con algunos ries, con otros deseas salir corriendo. Aparece el del frankfurt de al lado, que mientras se toma un chupito, nos da instrucciones de cómo funciona la máquina de hacer patatas fritas (...pa qué ??). El satélite cercano, entra en conversación ( ay Dios! ) y presume de ser un motard impresionante. Los que juegan al "uno" (...vayan pasando, señores!) preguntan si sobre rojo se puede tirar cambio de dirección. Los Jordi's deciden entrar (ahora, la liamos!) en el meollo diciendo que prefieren patatas de bolsa, que fritas al instante. Otro satélite (menos potente, pues va tarde) se levanta creveza en mano y discute quien ganó el último moto GP... Help!!!

Si se animan, pedirán ronda, y alguien la invitará, aunque por estas latitudes, casi siempre cada uno se paga lo suyo. La historia puede durar una hora como mucho, luego se calman y cada uno vuelve a su vía láctea. Menos mal!

Más tarde, medianoche, viene aquellos señores mayores que juegan al dominó. Parecen de una secta extraña (hacen reuniones) pero se toman caipirinhas (por cierto, las mejores del barrio) como cualquier hijo de vecino. Son agradables y correctos, pero lo mejor es que se van a la hora sin rechistar, y con varias repeticiones! También puede aparecer algun amigo plasta que pretende que cuando tu termines vayas de marcha con él... ufff... Nosotros acostumbramos a dar largas, porque si vas a tomar algo cuando terminas, vas 20 minutos y te esfumas. Has estado en un bar 9 horas... más tiempo? ... no, ya no...

Hacia la una, cuando los Jordi's se han ido, repones neveras, te metes en consersaciones de los grupos conocidos y quizás haces alguna partida al shangai (máquina de videojuegos) al pang, o al solitario. Depende del día y los récords del momento. Nos gusta tener récords grabados en la máquina y fardar de éllos...

El billar funciona con los que van de cubatas o por parejas, en las que él enseña a la chica... con posiciones propias de maestro y novata. Hay risas y partidas eternas. Les avisamos que en breve cerramos, para prevenir. Nos miran extrañados casi siempre. En algun caso, con la moda de las faldas cortas en este rincón de bar, camino del lavabo, hay procesión hacia los urinarios porque es dónde hay espectaculo. Visual, sobretodo, y no me refiero a carambolas artísticas, no.

Hay muchos que a la hora de pagar, cuando cerramos, piden bebidas para llevar, pero no tenemos. Ni tampoco teléfono, papel de liar, cigarrillos sueltos, ni drogas para vender... que es lo que nos pueden pedir también.
Si vamos justos de tiempo, no servimos ni la penúltima...!!! Así somos...

Quisiera hacer constar que cuando sale la vena de psicólogo, es en estos días tontos, días de ni chicha, ni limoná. Días en que la gente empieza en broma y acabas oyendo de todo, desde los odios viscerales a los ritos en momentos de máxima felicidad, así como de mentiras y afiliaciones políticas, fraudes y tallas de sujetador...
Y luego dirán que los psicólogos no tienen trabajo.... Hay más fuera que dentro...y sinó que vayan a un bar a buscar clientes! De todos los colores!