martes, agosto 15, 2006

¿SERIA DIFÍCIL MÁS CERCA?

Tengo diez minutos. Es agosto. Hoy precisamente no hace calor, pero es día de vacaciones. Pienso en los míos, en mis amigos. Y me asusto. ¿Dónde están? ¡Desperdigados! Mira… Te lo digo: Estados Unidos, Egipto, China, Holanda, Tailandia, Noruega, Turquía, Irlanda, Cuba… Y ellos mismos el año pasado (sigo dando vueltas) estaban en Nueva Zelanda, Orlando, Vietnam, Sri Lanka, Polonia, Egipto, Costa Rica, Alemania, Cabo Verde… A ver…¿quién ha ido más lejos esta vez? Parece una competición. Pero no. Si le oyes a ellos, la razón a la que van a estos países es para desconectar, para ver mundo, para que les sorprendan costumbres distintas, para variar el rutinario ritmo de vida que vivimos en nuestras ciudades, en fin, para descansar.
Y yo, pongo el codo en la mesa, la barbilla sujetada por la mano y elevando las cejas miro al cielo moviendo la cabeza de lado a lado. Nooooo… Suspiro e imploro clemencia para mis amigos al de arriba, si es que está atento a mis pensamientos ¿Qué mosca les habrá picado a todos que no son capaces de escuchar lo que seguramente el cuerpo les pide? Quizás esto suene a envidia cochina. Os puedo asegurar que no. Menda hace vacaciones y las acostumbra a hacer con repique de campanas. A veces faltan los fuegos artificiales con pirotecnia de lujo, pero son de cierto nivel. Así que no va por aquí.
Pero podría pasar que nos faltara un pueblecito lindo de donde nuestros orígenes provinieran, de cierta lejanía con un encanto (o varios) por descubrir. Iríamos allí para no hacer nada, para “descansar”. Pasaríamos allí diez días –como poco- para disfrutar del dolce far niente. Serían dulces despertares a la hora que nuestro cuerpo lo pidiera. Serían bostezos y siestas bajo un árbol. Comer aquello que nos apetece. Dejaríamos que las ideas que nuestros amigos o parientes aflorasen y podríamos hacerlas… Por ejemplo… ir a ver animales en plena madrugada en un claro de una carretera desconocida por nosotros pero archisabida por el típico amigo que conoce bien el pueblo. O montar timbas de cartas o domino o monopoly desde las tres de la tarde hasta la hora de almorzar… Por qué, ¿quién se pone a jugar a cartas en la tarde de un día de agosto en Los Ángeles? Con la de cosas que puedes estar haciendo… imposible, es de locos....
En nuestro pueblecito comeríamos bien, no nos costaría la pasta que supone comer decentemente en un lugar remoto como los que he mencionado. Podríamos beber agua potable sin miedo de tener que usar el Fortasec más tarde. Y podríamos hacer una cervecita sabiendo que podremos invitar a la siguiente ronda a los amigos. Los horarios no serán problema. El lugar dónde dormir es de más fácil acceso y por lo general, más-más barato. El transporte es lo de menos (mis amigos los bancos de los paseos, a cierta hora ya me esperan). Las visitas turísticas a pueblos cercanos y a paraísos vecinos tiene espera. Las fiestas mayores abundan en esta época. Podemos conocer gente a cada momento, hablamos más o menos el mismo idioma… y sabemos que en las siguientes horas del viaje de llegada (no tendremos que esperar hasta tres y cuatro días) podremos ir al lavabo a hacer nuestras mayores necesidades sin tener que llevarnos el Tomo 7 de las Obras Completas de Charles Dickens. En un plis plas y bebiendo suficiente agua (de ésa tan cara en Egipto o en Holanda) iremos casi silbando a un baño de confianza y estaremos con nuestro conocido Sr. Roca un momentillo para salir preparados para la próxima actividad desconocida. Que de eso se trata en un pueblo, de improvisar, sin colas, no como en nuestras estimadas rutas internacionales en todo que parece milimétricamente calculado al mismo tiempo para todos los turistas. Que son pocos según el guía, cosa de la cual te vas a vanagloriar. Qué sencillos sómos...
Tendré que buscarme un pueblecito que me quiera acoger, empezaré a tirar solicitudes para apuntarme como hija adoptada. A ver si recibo propuestas o me busco algunas. Con sol pero con mar, piscina o río. Con lluvia pero con bares y cines. Con frío pero con personas acogedoras… ¿Es demasiado? Buscaré. Mientras esperaré a que mi tribu vuelva y que me cuenten sus hazañas. Yo les preguntaré, descarademante, dónde fueron a cumplir con la consecuencia directa del comer cuando aterrizaron en su país de acogida y cuántas horas o días tardaron. Vana estadística, pero curiosa. Soy así…
Siguiendo con el tema ¿Dónde estás tú, el que nos falta y que no localizo? ¿Muy lejos de aquí? ¿Haces aparición pronta ?¿Nos vemos en septiembre? Bohemio, nos tienes abandonados... ¿Estarás de vacaciones en lo alto del Kilimanjaro o esperarás a febrero cuando Las Canarias saben a gloria? ¿O este año por no portarte bien, no tienes derecho a cambios de aires? No sé, siendo Bohemio, las cosas pueden ser sorprendentes... Paciencia... Aggghhh...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sempre seràs benvinguda al paradisíac poble de la profunda Segarra catalana anomenat Vergós Guerrejat. Pau i tranquilitat no te les treu ningú. Bàsicament perquè no hi ha ningú per treure-te-les...si un cas algunes desenes, centenars de mosques que t'acompanyen i ajuden a que no acabis d'entrar en estat catatònic.

El plà és senzill, un retorn a les arrels, sinó pròpies, a les dels nostres avantpassats o com a mínim als avantpassats dels que vivien en aquestes parets carregades de centenars, gairebé milers d'anys que tenen les cases pairals d'aquests petits poblets... és fascinant tocar les pedres de la pròpia paret de casa o admirar com el sostre de volta catalana ha resistit el pas dels temps i de les històries, que poguèssim tocar -les i de sobte, per uns instants ens sentíssim transportats ni que sigui com a mers espectadors a dimensions passades...

Llevar-se de matí després d'haver dormit plàcidament tapadet amb una bona manta, sense que cap soroll et destorbi, potser algun grill despistat, sense els calors i les xafogors que fan que els matins d'estiu a Barcelona et despertis amb el cabell enganxat a la cara amarat de suor. Esmorzar de pagès i rumb a la inquietant aventura en que es converteix fer un passeig pels camins de la comarca, espantant les mosques i sortejant munts i munts de fems, de caca, bonyigues de vaca o de porc que perden els tractors que van a adobar els camps. Extensions enormes de camps d'alfals socarrimats per la calor (recordem que cada any és el més calorós i cada any es perd bona part de la collita) Camps erms, de totes les gammes de terra, marró, ocre, siena, torrat...
També et pot donar el rampell de collir mores per fer melmelada, una altra activitat de risc, perquè per fer-ne un potet necessites tones de les ditxoses fruitetes que creixen en els esbarcers dels marges més inaccessibles, poblats, com no, de mosques, núvols de mosques ... Això si, quan has colit un cistell, tornes a casa amb el cos ple d'esgarrintxades però amb la il.lusió de sentir-te amb pau amb la natura.
A la nit pots abrigar-te bé per anar a complir el ritual de contemplar el cel estrellat amb magnífica vista de la via làctia que a Barcelona ni sospitem que existeix entre el fum de cotxes, de l'asfalt i els vapors dels aires condicionats... També pots fer un safari nocturn i entre mosquits (que malgrat el fred també se't mengen, mira tu) anar a observar bitxos: escarbats, dragonets, llimacs babosos...la natura exòtica i salvatge en estat pur...
Doncs au, quan vulguis.