viernes, junio 09, 2006

Sustos, sorpresas, sensaciones...

El miércoles me dieron un susto inmenso... Os explico...
Después de que Anna y yo disfrutaramos de una cena pija animada con un Valtravieso apetitosísimo, en un lugar encantador y después de que estuvieramos charlando largo y tendido... decidimos ir para casa que ya era tarde. Cogimos el coche, el cinturón de seguridad y la carretera.
De repente, tras una de estas rotondas que estan tan de moda ahora, aparecen un par de coches de los Mossos d'Esquadra parados en pleno control. Como por arte de magia, flasss! Armados con linternas y con metralletas. Estaban revisando una furgoneta llena de sacos de un tipo con atuendo moruno. El mosso hace señales con la linterna y deduzco que he de parar. Yo me paro. Pero no sé bien bien, dónde. No sé que hacer, pasan unos segundos, que parecen minutos y decido que ya me puedo ir. El mosso no me ha dicho nada... pues me voy... Ha! ¡Valiente decisión! Arranco poco a poco y acción-reacción!: aparece el de la metralleta apuntándonos.... Aaaaaaaarrrrrgggggg !!! Cagénse! Frené en seco. Que mala cara... y el de la linterna, que bronca me daba con la ventana cerrada... que trompazo en el coche para que la bajara... Evidentemente baje la ventanilla y mientras por un lado nos apuntaban con metralleta, por el otro el mosso me gritaba que si no sabía que se tenía que hacer... Y mientras nuestros corazones atacados coon taquicardia iban a tres mil por hora... Eso fué un susto gordo.Que sensación de impotencia, de pequeñez, tipo...¡no soy nada cuando tienes delante una arma!. Qué miedo. No nos pidieron ni carnets ni papeles, pero hasta que el de la metralleta no se dirigió otra vez, a los sacos del peculiar personaje que tenían allí parado, de verdad que no respiramos tranquilas....
Ayer me llegó un email de alguien muy querido que hacía muchísimo tiempo que había desaparecido de mi círculo. ¡Que sorpresa! Leí la carta con absoluta devoción y con una sonrisa en los labios. Que pocas cosas explicaba y cuantas sensaciones emanaban de esas letras, de tranquilidad, de bienestar por saber que está bien, de gusto por saber que te recuerda... Que sensación tan agradable saber que tienes un amigo no-del-todo perdido.
Sustos y sorpresas acaban en sensaciones: unas de vacío, horribles, que desaniman por saber que somos débiles y otras que llenan el espíritu, que te alegran el día, que hacen mirar tu alrededor con un poco más de brillo.
Pero estas explicadas son un ejemplo minúúúúúúúsculo de las miles que sentimos a lo largo de las horas, dias, meses, años.... Son tantas que perdemos la cuenta! Y digo yo... lo mejor será que pasemos pàgina a las malas sensaciones -sin olvidarlas, porque la experiencia es un grado- y alarguemos, recordemos tanto como se pueda las buenas. Estas nos haran mantener la sonrisa y el buen humor, y hasta quizás la tolerancia. No sé, no sé... cada uno es un mundo...

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