martes, julio 04, 2006

QUE NO TE PASE JAMÁS....


Hablé con ella y mis ojos fueron quedándo como platos. Sus palabras me sonaban a chino, no parecía que me hablaba de algo que existe, algo que sucede unas calles más hacia allá, con toda normalidad. Era una película de serie B, de las de domingo por la tarde. Pero lo pude comprobar porque la acompañé una única vez. Sólo hasta dónde me estaba permitido, el resto del camino lo tuvo que hacer ella sola. Lo hizo intentando sacar fuerzas de dónde estuvieran escondidas, y pareciendo ser la más segura de todas las mujeres. Las apariencias, aquella máscara que nos colocamos según nos convenga, nos mantienen con la espalda bien recta, el caminar altivo y la mirada fija, aunque en ese momento estés como para que se te lleven en camilla. Si luego miras atrás no sabes como lo has hecho, pero lo cierto es que la necesidad nos hace incluso valientes.

La prisión no es el lugar que uno imagina que ha de visitar, como mínimo una vez en la vida, como sería... el Parque de Retiro. No. Es un lugar que sabemos que debe existir y existe pero en un capítulo anexo opcional al nuestro, al que estamos leyendo, viviendo. A Sammy le tocó.

La cola de espera en la calle, a las puertas de la Modelo, para coger número para entrar a ver a nuestro prisionero fué inacabable. Fueron tres horas en compañía de personas de muy distintas procedencias pero con una solidaridad muy especial. Nos ofrecieron información, conversación, y hasta gominolas. Es verdad que hablaban gritando, que sus ademanes eran exagerados, que eran de procedencias mil... pero os puedo asegurar que no nos sentimos solas. Cada uno tiene su historia y si tú estás en esa cola, tu historia pasa por un mismo punto que la de ellos. Así que no tienen problemas en explicarte porqué estan allí, en contarte cuánto tiempo llevan, en cuánto les queda, qué comentarios hace su propia família ante la detención... De la misma forma te preguntan a ti, sin ningún prejuicio. Todos en la cola somos iguales y vamos a lo mismo.

De mi recorrido como acompañante sólo puedo destacar estos detalles, además de la gran aglomeración de gente que siempre se está controlando por si te cuelas o te situas en un lugar mejor que el suyo. No tuve contacto con funcionarios. Sólo sé que la gente tiene muchas ganas de explicarte el porqué de todo y quiere dar su opinión, que como siempre pasa, es la más válida. Y cuando eres un pardillo como yo, dejas que por tus oidos circule la información que se procesa sin interrupciones.

Pero Sammy entró en una película. A partir de que le piddieron el DNI, se puso en manos de funcionarios. Y dejó que ellos la guiaran por el laberinto de pasillos que conforman la Modelo. Como en una película, el grupo de diez personas quedó delante de la puerta de rejas, que automáticamente se abrió y les condució a un recinto donde delante tenían otra puerta de rejas. Una se cierra y la otra se abre, con aquel típico ruido que hasta resuena. Agolpados, pasan a otro recinto, donde les hacen esperar y les llaman uno a uno, a traves de un megáfono de sonido distorsionado para llevarlos después al locutorio. Y todo eso sería normal si no fuera porque las personas que trabajan allí dentro son como autómatas. Son gente que no mira a los ojos, brusca, sin sangre, que no se molesta ante las dudas que surgen. La frialdad que usan es más congelante que las desnudas, desconchadas y sucias paredes blancas del recinto. Unicamente una funcionaria se dirigió a ella con cierto respeto y tratándola como persona. Y eso parece que no tiene que ser muy difícil, ¿verdad? Las sensaciones que iba acaparando Sammy eran muy desagradables, no sólo por la precariedad de las habitaciones y corredores que iba pasando, no. Era tratada como si ella fuera culpable de los atracos a bancos del país. Ni un ápice de buenas palabras, todo eran órdenes a media asta. Pero como sabía a que iba, intentó no dar importancia, solo seguir adelante hasta ver a su prisionero que ya había sido llamado para verse en el locutorio. La estancia era de cristal biselado, de aquél que tu no ves pero desde el exterior te pueden ver. Una vieja y desarmada silla estaba encarada a un cristal gruesísimo con una pieza metalíca de agujeros para poder hablar a través, a la altura del pecho, con lo cual debías de retorcerte para hablar. Para escuchar encarar el oido, para hablar, encarar la boca. Como una escena de película, ya lo decía yo antes.

El porqué y las circunstancias que llevaron a nuestro punto de partida no vienen al caso y no serán mencionadas. Pero me gustaría hacer ver que a veces parece que estemos rodeados de unas cuantas cosas, unas cuantas sensaciones, unas cuantas personas, unos cuantos edificios, unos cuantos sentimientos... hasta que la vida -caprichosa ella- nos lleva por derroteros que no estaban ni imaginados en nuestro camino. Pero que existen, y que cada día a alguien le toca vivir, ya sea por hache, ya sea por be. A Sammy estos momentos en los que fué tratada como un número, como casi un animalillo, no se le olvidan. El olor a encerrado, el ambiente frio, los funcionarios que no eran ni personas, las acciones mecánicas, el ruido de puertas cerradas, el recinto descorchado, la secillez extrema de las instalaciones, se le hace incluso leve cuando piensa en cada uno de los dias que los prisioneros han de estar allí, ya sea por error, ya sea con razón.

Para cualquier cosa que tuvo que hacer Sammy tuvo que preguntar, que si la ropa, que si el peculio, que si las visitas, que si llamadas... nadie nace enseñado, y más en un submundo dentro de la ciudad. Los funcionarios le dieron, a desgana y sin ni siquiera mirar a la cara, impresos con normas y instrucciones. Pero creo que quienes más información al margen con detalles le dieron, fueron los demás visitantes de internos. Ellos sí que eran-son humanos y estaban-estan pasando por lo mismo. Con dias o años de experiencia cierto!, pero aquí el tiempo se mide de otra forma...

Todo lo que he contado me fué explicado con más detalle, pero soy incapaz de hilar más fino. En todo caso dejaré que ella lea esta mi narración y me ayude a recomponer, si es el caso, el relato.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

sammy??????????????????????
Anda, que no se ve el plumero de novel.la negra de sèrie B...
Això de passejar-se pels USA ja les té aquestes coses, que quan menys t'ho esperes et trobes rebatejant la gent amb noms impossibles o demanant please que et posin afte'san (per l'aftersun, amb u, del de tota la vida). El cert és que, un cop allà,i, per ende, un cop aquí-acabada d'arribar d'allà- la realitat i la ficció es barregen fins el punt paradoxal tipus SantaTeresa de Jesús-vivosinvivirenmí- en que res no et sorprèn i et sorprèn tot, com si estiguessis en una pel.lícula d'aquelles que ja les has vistes... és... o no és?
Però Saaaaammy....

Anónimo dijo...

BRAVO .BRAVO ME HA GUSTADO QUE PENA QUE NO SIGUA