jueves, agosto 30, 2007

Pequeños momentos de felicidad

Cada verano traslado el cuartel general de mi vida, a un pueblito que pasaría desapercibido en el Ranking de Pueblos con Encanto, de cualquier guía especializada en el tema. No tiene nada particularmente especial, pero se está tranquilo, fresquito, rodeado de pinos, a 20 minutos de la costa, cerca de Barcelona y de mi lugar de trabajo. Así que, sin pena ni gloria, pero muy (demasiado) a gusto se está. Una piscina de rigor para las inclemencias del verano, y un poco de aire libre, que es lo que conviene en las fechas. No hay rincones naturales muy singulares, ni bares ni restaurantes míticos dónde ir. El enclave no es privilegiado ( a menos que tener un castillo de los de verdad cerca de casa, lo consideres "encantador" además de simplemente curioso), pero con los años puedo afirmar, y afirmo que es muy saludable y bastante acogedor.

En su momento de año, se recogen espárragos, alguna seta y piñones, por no hablar de violetas, molsa (muesgo), "farigola" y "fonoll" (no recuerdo la traducción, sorry). Ya sé, nada del otro mundo... Pero lo suficiente cómo para ir pasando siempre que puedas, que por otro lado es lo que hago. Salir de Barcelona, (y más ahora, con tanto generador en la calle) es siempre un gustazo.

Y también tiene sus pequeños placeres. Sí. Gracias a ese verano extraño, de lluvias y ambiente más bien fresco, qué placer desde la cama oir cómo empieza a llover.

Imaginad: Cinco y media de la mañana, entra brisa por la ventana (siempre duermo con la ventana abierta y persiana al 70% bajada -me gusta la luz por la mañana-), te despiertas suavemente, pensando que es todavía un sueño. Oyes los pinos cómo se mecen por el aire, notas como la pinaza cae al suelo. Abres un ojo y tras dejar unos instantes de reajuste, ves las sombras de los árboles en pleno armonioso ( o no ) balanceo. Sin pausa aparece un nuevo son: la lluvia empieza a atacar ese suelo caliente. Sin prisa, moja la tierra y ésta desprende aquél olor característico que te devuelve a los inicios de los tiempos. Hierbajos, plantas, arbustos, piedras y troncos se refrescan, se lavan, se duchan... y dejan aquel aroma inconfundible que te llega a la ventana y entra sin previo aviso. Mmmmm.... Y tú, estirada en la cama, te retuerces, respiras hondo, te tapas y sonries. Es temprano y puedes seguir durmiendo pero esta vez, más cerca del mundo natural, del mundo vegatal, de la Madre Tierra. Eso sí, tras la inevitable mirada fugaz al reloj y el acelerado cálculo de cuánto rato todavía te queda de sueño... ¡¡Que para algo no estoy de vacaciones!!

Y cuando te despiertas, ya para levantarte, unos momentos de indecisión: Que zapatos te pones hoy? te arriesgas y mojas dedos de los pies, o ¿te los tapas y pasas una estrechez terrible (no estamos acostumbrados) que quizás te estruje las ideas? Nunca la felicidad es eterna, son los momentos lo que nos hacen sonreir sin previo aviso.

Me pregunto qué pequeños momentos de felicidad tiene la gente... ¿serán tan tontos y tan simples como los míos? ¿qué debe de necesitar cada uno? ¿se nota que uno es feliz? ... ¿casi tanto cómo hablar con un amigo, al que hacía tiempo no oías? ¿ como partir piñones que estan en el suelo con una piedra, y comértelos, sin invitar a nadie? ¿como oir "esquirols" que estan en una rama de pino y abren los piñones, se los comen y dejan caer las cáscaras? ¿cómo dormir en sábanas limpias? ¿como ver que te sobra tiempo para tomar un café?
Imagino que cada uno tendrá distinto nivel de "percepción de felicidad"...

1 comentario:

Anónimo dijo...

mmmmmmmmmmm..............
llegint-ho...... he notat un lleu somriure, que ha passat a ser somriure, que ha passat a ser una mitja rialla........ serà un moment de felicitat??